Si no me quieres con mis errores y lo tuyo no es hablar, vete.
Si no te gusta cómo soy o lo que quiero ser,
vete.
Si no soy lo suficientemente buena para ti,
lárgate. Ahora mismo. No mires atrás.
¿Para qué molestarte? No te necesito.
Demasiado has hecho ya.
Si vienes para molestar, mejor ni llames a la
puerta.
Si no te complace tenerme en tu vida, vete por
donde has venido.
Si ves que te complico la vida, que te
perturbo el alma, entonces ni me nombres.
¿Para qué seguir fingiendo?
Si crees que solo te causo problemas,
adelante, te cedo el paso.
Si piensas que todo se soluciona huyendo y
echando a la gente que te quiere, corre, vete, no lo pienses más.
Si lo tuyo es lo inaccesible y que no te
respeten, cierra la puerta.
Si me quieres para después echarme a patadas,
ni aparezcas.
No soy tu juguete. No soy de usar y tirar.
Estoy hecha añicos después de tus múltiples arrebatos.
Besé el suelo por donde pisabas, me arrastré
como pude, intentando retenerte.
Las cosas no funcionan así.
Eras como una adicción. Cada vez que me destrozabas
por dentro, más te necesitaba.
Me volví loca, sin saber dónde estaba y sin
entender lo que sucedía a mi alrededor.
Me volví adicta a ti. A tus locuras. Me envenené a mí misma. Me metí
en algo de lo que no sabía salir.
Lo correcto se volvió erróneo y lo desastroso
se volvió agradable.
Me vi inmersa en un laberinto sin salida.
Tu nombre era lo primero que me veía a la
cabeza al despertarme y lo último que pensaba antes de dormir.
No creo que te merezcas tanto. No creo que nadie
así se merezca tanto.
Estoy cansada, no puedo más, esta situación me
supera.
No soy perfecta ni finjo serlo. Cometo errores
y los admito, pero tampoco creo que haya hecho algo tan grave como para llegar
a este punto.
Todo me parece tan absurdo que parece mentira.
Me rindo.
Creo que no se puede luchar por algo en lo que
no crees. Y yo ya no creo en esto.
La vida me ha dado golpes más fuertes que tú,
pero el tuyo es tuyo es como el último que te dan antes de dejarte K.O.
Puedes seguir lastimándome, pero me he hecho
inmune a las heridas.
Las balas de ayer no dolerán tanto mañana.
He mordido el polvo.
Pero con la misma espada que me dañaste, corté
las cuerdas que me ataban a ti.
La pared contra la que me estrellaba se
convirtió en el punto de partida donde comenzar una nueva vida.
Ojalá nunca sientas ni la tercera parte de
tristeza, humillación y dolor que he sentido yo.
Ojalá nunca tengas que ver a nadie como te he
visto yo a ti.
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