10 de marzo de 2016

Relaciones



Has oído miles de veces cómo las relaciones se establecen, se asientan y se destruyen. Has visto con tus propios ojos y sentido el poder que ejercen sobre nuestros corazones, para más tarde (si es el caso) machacarlos cual carne en una carnicería.

Has recorrido kilómetros sólo para ver a esa persona que ha conquistado tu alma entera, sin importar hora ni lugar, frío o calor. 

Has huido cuando ha sido necesario y has sufrido las consecuencias de un amor imposible, tan frágil que el mero tacto del velo que divide el amor del odio lo destruye, causando desdichas no vividas hasta el momento.

Has sabido perdonar y lograr superar los obstáculos que creías imposibles, pues cuando un alma roba otra alma ésta tarda en recuperarse. Para después enardecer tus encantos con otra persona. Has nivelado el amor y el cariño y atraído el amor de otra persona que ha conocido tus más profundos pensamientos mirándote a los ojos.

Has equiparado relaciones y aprendido de ellas, haciéndote una persona fuerte y honesta. Has sabido crear amaneceres, querer a una persona que se muere por ti y conseguido averiguar los infinitos significados de la palabra “amor”. 

Has probado a qué sabe el placer, la ternura de un abrazo, la confianza, los besos bajo la lluvia, los pensamientos fuera de tu cuerpo, las charlas interminables, la confianza bajo las sábanas y los susurros en el oído.


Y yo, que también he oído, visto y sentido todas estas cosas, te propongo un trato: quédate conmigo muchas noches más, y yo cuidaré de ti sin cansarme.

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