Has oído miles de veces
cómo las relaciones se establecen, se asientan y se destruyen. Has visto con
tus propios ojos y sentido el poder que ejercen sobre nuestros corazones, para
más tarde (si es el caso) machacarlos cual carne en una carnicería.
Has recorrido kilómetros
sólo para ver a esa persona que ha conquistado tu alma entera, sin importar
hora ni lugar, frío o calor.
Has huido cuando ha sido
necesario y has sufrido las consecuencias de un amor imposible, tan frágil que
el mero tacto del velo que divide el amor del odio lo destruye, causando
desdichas no vividas hasta el momento.
Has sabido perdonar y
lograr superar los obstáculos que creías imposibles, pues cuando un alma roba
otra alma ésta tarda en recuperarse. Para después enardecer tus encantos con
otra persona. Has nivelado el amor y el cariño y atraído el amor de otra
persona que ha conocido tus más profundos pensamientos mirándote a los ojos.
Has equiparado relaciones
y aprendido de ellas, haciéndote una persona fuerte y honesta. Has sabido crear
amaneceres, querer a una persona que se muere por ti y conseguido averiguar los
infinitos significados de la palabra “amor”.
Has probado a qué sabe el
placer, la ternura de un abrazo, la confianza, los besos bajo la lluvia, los pensamientos
fuera de tu cuerpo, las charlas interminables, la confianza bajo las sábanas y
los susurros en el oído.
Y yo, que también he
oído, visto y sentido todas estas cosas, te propongo un trato: quédate conmigo
muchas noches más, y yo cuidaré de ti sin cansarme.
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