Se acabó. No confío en muchas cosas ni en mucha gente. Solo sé que existo. Tenía un muro y me lo derrumbaron, pedacito a pedacito, a base de miel y regalos. Me lo derribaron para después dejarme desprotegida y en la intemperie. Me entregué por algo en lo que creía. Y ahora me reconstruyo cual ave fénix de sus cenizas, buscando cada piedra en el camino para levantar mi muralla. Piedras llenas de engaño, mentiras, ilusiones, decepciones, felicidad, tristeza y egoísmo. En esta muralla permito entrar a poca gente, cierro la puerta a todo aquello que me hace daño, a todo aquello que no me permite ver más allá de mi muralla, que no me permite ser quien soy.
Esta muralla me evita el dolor, el sufrimiento y la tristeza que he experimentado, me evita ilusionarme, me evita querer a alguien que no sea yo misma. Ahora solo siento miedo, mucho miedo. Miedo a algo nuevo, diferente, miedo a perder, miedo a querer, a sufrir. Pero ante todo, estoy en paz, tranquila y con las cosas claras en esta nueva etapa de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario