Es curioso cómo cambia la percepción del
tiempo según la persona, el lugar o la situación. A veces, desearíamos poder
manejar las agujas del reloj a nuestro antojo: adelantarlas cuando las horas se
nos hacen interminables, o bien detenerlas cuando parece que el tiempo vuela. Y
es todo producto de nuestra mente.
La persona más especial del mundo puede
convertir los meses en minutos. Sin embargo, otras veces los mismos minutos se
hacen horas.
Cuando éramos pequeños, deseábamos con fuerza
ser mayores, vivir cosas nuevas, no depender de nadie, hacer otros planes,
experimentar otra vida diferente… Pero ahora, de adultos, nos aferramos a cada
segundo que nos regala la vida, lo agarramos muy fuerte para aprovecharlo al
máximo, sabiendo que nunca volverá. Cada segundo es irrepetible, cada vida
original y cada persona inigualable. Por eso intentamos vivir la vida al máximo,
pues vida no hay más que una y solo nosotros somos los creadores de nuestra
propia historia.
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