Vamos a jugar a un juego.
Aquí no hay ganadores ni
perdedores.
No se trata de pelear, de
adivinar o de derribar.
Es simple sentimiento,
pasión y locura.
Es el juego más simple y
a la vez más difícil de la historia.
Es el único en el que
gana el tiempo y el corazón.
No tiene límite de edad,
ni tampoco entiende de sexos.
Tu única misión es ser tú
misma, con tus virtudes y tus defectos. Yo me encargaré de lo demás.
Te aseguro que nadie está
a salvo de este juego tan humano.
Si aceptas jugar, la
suerte y la constancia pondrán de su parte, y nunca se sabe dónde te llevarán.
El único misterio es el
no saber con quién acabarás agarrada de la mano.
De él aprenderás a
apreciarte y a la vez a apreciar a los demás.
No te prometo que será
fácil, pero ten por seguro que vale la pena arriesgarse.
Ya sabes de qué juego
hablo: es el juego en el que tú y yo creamos una realidad paralela llamada “búsqueda
de la felicidad”.
Único requisito: amor.
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