Iba vestida de mujer, cansada de correr en
círculos. Deseando libertad.
Volaba despacito, deteniéndose en cada
detalle. No temía a nada, pero no confiaba en nadie. Gritaba en silencio, sin
querer que la escucharan.
Vivía rodeada de fortuna, pero se sentía
pobre.
Estaba rodeada de personas, pero se sentía
sola.
Tenía el Paraíso, pero se quedaba en el
Infierno.
Un día, descubrió que la vida merecía la pena,
a pesar de sus desastres. Le contaron que las heridas sanan y que las ilusiones
se renuevan.
Entonces comprendió que los sueños se
construyen.
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